Agustín Alcalá y Henke subirá a los altares tras ser martirizado en la Guerra Civil

En el año 2014 el actual obispo auxiliar, Teodoro León, inició la causa para la beatificación de veinte hombres, entre sacerdotes, seminaristas y laicos, que fueron martirizados durante la Guerra Civil Española, siendo asesinados por odio a la fe católica en 1936, por la cual ejerció la causa como postulador romano el fraile franciscano Alfonso Ramírez. Hace pocos días el Papa Francisco reconoció dicho testimonio y los veinte hombres serán proclamados beatos.
Entre los mártires se encontraba Agustín Alcalá y Henke, oriundo de Alcalá de Guadaira, quien era un cofrade y devoto de las hermandades de Jesús Nazareno, del Santo Entierro, de la Virgen del Águila y de la Sacramental de San Sebastián de su pueblo, de la que llegó a ser hermano mayor. Agustín que nació en 1892, perteneció a la Hermandad de los Estudiantes, cuyo vínculo nace al ser nombrado doctor en derecho por la Universidad de Sevilla.
El futuro beato fue una persona destacada en los círculos católicos de su localidad natal y fue protector de las Conferencias de San Vicente de Paul. Su vida siempre fue su actividad empresarial, la política y la colaboración con la Iglesia.
Fue el viernes 17 de julio de 1936 cuando Agustín fue asesinado por un cobarde desconocido frente a su casa. Sus restos mortales descansan junto al sagrario de la Parroquia de San Sebastián de su pueblo, en cuyo nomenclátor podemos encontrar una calle con su nombre, recordándose en su localidad como ‘el padre de los pobres’.
En los próximos días la corporación que dirige Jesús Resa, buscará en su capilla de Los Estudiantes, un lugar dónde venerar a tan excelso personaje; estudiante, cofrade, mártir y beato; considerándolo así, un beato no de sotana si no de americana y pantalón.