Por Juan Avecilla

“Amaos los unos a los otros como yo os he amado…¡toma ya! Ahí la llevas sevillano, si quieres llamarte cristiano, coge esa frase nada más y ponla siempre en tus labios”
No le falto ni un ápice de razón a Rafa Serna cuando cogió el lápiz y se dispuso a escribir, tampoco le faltó al tan querido por Molviedro Alberto Álvarez en su pregón de 2023, cuando hablaba de que privarse del benéfico propio para que se beneficie el prójimo recibía un nombre, y ese era abnegación.
Admirador profundo de esas hermandades más recientes que habitan por Nervión, San Pablo y calle Feria que se levantaron solas y sin pedir ayuda económica a nadie, solo y solo el amor y donaciones de sus devotos y hermanos levantaron la cofradía hasta llegar a lo que son el día de hoy, hermandades señeras y con personalidad propia. Sin embargo, en un asunto de corporaciones cristianas debería de prevalecer la solidaridad, la ayuda y la unión por encima de cualquier otro principio o valor, y con todo el respeto del mundo y sin señalar a nadie, no hemos aprendido nada cuando nos dijeron que debíamos ayudar a nuestro hermano.
Desde estas líneas, mi más sincero abrazo y respeto absoluto por parte de un servidor a las hermandades de vísperas, por enseñarle a Sevilla cómo crece una hermandad. Bienvenida y bendita sea todo aquel que quiera aportar cosas nuevas, Sevilla sabe de sobra. Seamos ejemplo de cristiandad como hemos sido siempre, debemos ser el más firme referente de unión entre los cofrades y creyentes, pues para ser sevillano solo hay que ser buen cristiano, decía el maestro.