Quiero pensar, y pienso – Minion Capillita

Hola amig@s! ¿Qué tal? Desde ayer, se puso la primera piedra para construir un nuevo camino en la iglesia sevillana. Un nuevo camino que debemos procurar, entre todos, que sea la vuelta a la normalidad de una ciudad que se asienta sobre la fe popular.

Quiero pensar, y pienso. Que con el nombramiento oficial de José Ángel Saiz Meneses como nuevo arzobispo de Sevilla se logrará derogar el absurdo decreto que ahora mismo nos compete. Y digo absurdo porque nadie habla a la hora de un culto público de sacar cofradías a la calle. Se habla de la posibilidad de poder ir retomando la normalidad, con prudencia, pero la normalidad. De poder, ahora que llega el mes carmelita, que la Virgen del Carmen de Calatrava pueda realizar su procesión fluvial. De poder disfrutar de un rosario de la aurora con todas las medidas preventivas. De poder ir volviendo a tomarle el pulso a la fe.

Quiero pensar, y pienso. Que todos aquellos populistas y pelotas que en las últimas horas han rendido sus pleitesías a Monseñor Juan José Asenjo por todas las vías posibles (les ha faltado solo ir al programa de Juan y Medio a declararle su amor), ahora se cambiarán de chaqueta como buenos oportunistas que son y le bailarán el agua a José Ángel Saiz Meneses. Esos mismos que ahora están diciendo que Asenjo es el mejor arzobispo que hemos tenido, incluso mejor que Fray Carlos Amigo Vallejo, seguramente estén bailando el agua al nuevo Pastor desde hoy mismo.

Quiero pensar, y pienso. Que Sevilla volverá a sentirse identificada con su Iglesia, como le sucedió con Amigo Vallejo. Éste puso el listón muy bajo y Asenjo lo ha tirado hasta un nivel que roza el subsuelo. Lo siento, pero el señor Asenjo, con sus medidas prohibitivas y anquilosadas en el tiempo, por mucho que dice que ama a Sevilla y a sus hermandades, no ha logrado que los jóvenes y cofrades se acerquen a la Iglesia tanto como sería necesario. Es imposible atraer nuevos adeptos, si con la vara dorada les estás dando en el lomo con indiferencia y soberbia.

Quiero pensar, y pienso. Que las hermandades de Sevilla volverán a ser tratadas con el respeto que merecen, por igual, sin distinción de clases. Que la Semana Santa no solo gira en torno a San Lorenzo, Pureza y San Gil. Que hay más vida, y que no hace falta irse a los barrios, esos a los que en estos años no se ha querido ir. Basta con caminar un poco por el centro y ver hermandades a las que se las tiene olvidadas cuando pasan los peores momentos de su historia, económica e institucionalmente.

Quiero pensar, y pienso. Que el nuevo Pastor se involucrará en los asuntos verdaderamente importantes. Y no hablo precisamente de que se pueda montar un altar de insignias en Semana Santa. Si no de mediar en una corporación que se rompe en dos al ver cómo se pretende, por segunda vez en menos de dos décadas, sustituir a la dolorosa como si de un cromo de Panini se tratase.

Quiero pensar, y pienso. Que Saiz Meneses no se dejará influenciar por los malhechores del mundo cofrade que, a golpe de talonario y favores, conseguían tener al clero contento para poder hacer sus tropelías. Espero un arzobispo que ponga freno, de una vez por toda, a las irregularidades en los censos, conductas indecorosas en las juntas de gobierno, y amenazas varias. Quiero pensar, y pienso, que habrá mano dura en zonas que lo necesitan como la calle Feria, la Puerta Carmona, San Vicente o San Lorenzo.

Quiero pensar, y pienso. Que llegará un arzobispo que nos devuelva la ilusión y las ganas de reencontrarnos con la fe. Esa que nos arrebató la pandemia, al menos en su faceta más de escenografía, pero no en la interna. Y gracias precisamente a ese sentimiento interno, hemos logrado ser hoy más fuertes para reclamar lo que verdaderamente nos merecemos. Una recuperación de las procesiones y cultos externos. Porque ya está bien de ver cómo se aprovechan de la desgracia que supone una pandemia para poner límites a la que ha sido nuestra forma de entender la fe durante los últimos siglos.

Quiero pensar, y pienso. Que Saiz Meneses acabará con los procesos electorales actuales, en la que los candidatos invierten una suma de dinero en encuentros y correspondencia electoral a los hermanos, en lugar de trabajar por destinar esa suma a caridad o en hacer vida de hermandad. Pero vida de hermandad de verdad, no palabrería barata y vacía que usted pueda decir en un programa.

Quiero pensar, y pienso. Que llegará un arzobispo que se abra en canal a todos los medios de comunicación, y no solo a los dos o tres de siempre, marcando una vez más la distinción de clases y quién es de primer nivel y quién de segundo. Eliminando de una vez por todas los feudos rancios de Sevilla.

Quiero pensar, y pienso. Que estamos ante un nuevo pastor que le dará voz y escuchará de verdad a las asociaciones, y en lugar de llamarlas pirata, se interesará en conocer sus inquietudes y qué pueden aportar a la evangelización de su barrio.

Quiero pensar, y pienso. Que llegará un nuevo prelado con la potestad suficiente de cuestionar a un Consejo de Hermandades que se fragmenta en pedazos y no hace nada por corregir problemas como la carrera oficial, los conflictos entre hermandades o la polémica de candidatos.

Deja un comentario