La lealtad, ¿dónde queda? – Minion Capillita

Hola amig@s! ¿Qué tal? La fidelidad, el respeto, la amistad, el cariño, la humildad…la lealtad. ¿Cuántos valores, con el sobrenombre de esenciales, conocemos y cuántos perduran en nuestro día a día?

En la sociedad en la que nos ha tocado vivir y crecer cobran especial protagonismo las prisas, las malas formas, la mala praxis y el egocentrismo. Y aquel que te diga que es humilde y que piensa antes en los demás, en alguna ocasión no habrá sido así. Miente.

El mundo cofrade está lleno de ególatras, de gente sin escrúpulos. De gente capaz de pisarte la cabeza cuando ya estás retorciéndote en el suelo. Sé que suena muy cruel, pero me estáis entendiendo perfectamente, ya que vosotros y vosotras que me leéis también conocéis a alguien que se ajusta a ese perfil, ¿no es cierto?

Hace escasos días se conocía la noticia de la renuncia de Miriam Olga de Frutos para continuar en su cargo de responsabilidad en el Consejo de Hermandades y Cofradías que preside Francisco Vélez. De hecho, la noticia saltaba a los medios, y previamente se filtraba por grupos de Whatsapp y otras redes sociales, días antes de que se produjese la toma de posesión del nuevo Consejo.

La candidata a Delegada Sacramental alegaba problemas internos y falta de confianza en la figura de Vélez. ¿Qué está pasando últimamente? Antiguamente, cuando alguien configuraba su equipo de trabajo se rodeaba de gente fiel y afín, de gente que sabía que bajo ningún concepto le iba a fallar, pero ahora, ¿ahora es que no se tiene sentido de la lealtad? Los problemas personales que puedan haber se arreglas hablando, no con gambas y cervezas, sino sentados tranquilamente y buscando solventar las posibles diferencias que pudiesen existir. Quizás actualmente tengamos la mecha más corta y estemos dispuestos a aguantar menos de nadie, porque hemos perdido el concepto de jerarquía y de humildad.

Pero no toda la culpa la tiene la persona que dimite. Quien dimite está en su derecho y tiene sus razones de peso. Pero piensen una cosa, si cada vez hay personas que menos confían en la figura del actual presidente, ¿por qué éste sigue? Quizás esa falta de confianza venga deparada por falsas promesas que realizó año atrás y que no llegó a cumplir. Quizás venga porque lo único que le interesa es salir en la foto clave y dejarse ver en ciertas hermandades, pero luego ni se acuerda de las Glorias de las zonas más de extrarradio o que no tienen tanto calado mediático, y ni siquiera las visita en su día grande. Quizás venga deparado por problemas de transparencia y de gestión económica. Sea lo que sea, nunca lo sabremos. Pero quienes siguen apostando por el señor Vélez quizás sea porque están muy cómodos en su posición inmovilista.

Algo muy parecido ocurre con el tema de las bandas. Llega una nueva junta de gobierno y pretende irrumpir en las urnas de forma tremendista. ¿Y cuál es el método más tremendista en una hermandad? Pues tirar de los costaleros o de los músicos y hacer falsas promesas. Entonces llega un nuevo candidato a hermano mayor y propone algo nunca antes propuesto; cambiar al capataz. ¿Cambiar al capataz? ¿Por qué, qué culpa tiene, hace mal su trabajo? Obviamente no, pero si es amigo de tu adversario en las urnas, el resto da igual. ¿Qué significa ésto?, que damos prioridad a la lealtad personal por encima de la lealtad a la hermandad, la cual en este caso se refleja en el buen trabajo ante los pasos.

Y con las bandas pasa exactamente lo mismo. Llega una nueva junta de gobierno y su deseo es cambiarlo absolutamente todo. Ya puede llevar la misma banda 20 años y sin darte ni un solo problema, y es más, brindándote su ayuda cuando peor lo estabas pasando económicamente, que tú le vas a dar la espalda y como con el director actual no te llevas bien, pues tiras el legado de décadas atrás por un capricho personal.

Por eso ustedes, al igual que yo, se sorprenden cuando ven a una banda de calidad muy cuestionable tocando en Sevilla. Al final llega porque es vecino de la playa del hermano mayor o porque va tirada de precio o regalando Play Stations.

El compadreo ha llegado para apoderarse del mundo de las cofradías, pero también los «favores» personales, las influencias y los pufos. Digamos que las hermandades están evolucionando, para mal, al mismo ritmo que la sociedad. ¿La solución? La desconozco, pero lo que tengo bien claro es que se están perdiendo infinidad de valores, y entre ellos, la lealtad.

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