El paso del tiempo

Por Juan Avecilla.

Con permiso, aquí hemos venido a hablar de la realidad de nuestra Semana Santa, a hablar de lo que se dice con cervezita en mano y bien fresquita. A hablar de lo que se debate en la barra de los bares y en las tertulias, donde naturalmente reside nuestra Semana, donde se deciden nuestras cosas. Nuestra Semana Santa, la de los Sevillanos y desde Sevilla hacia el mundo y para todo el que quiera disfrutarla y vivirla, desde el máximo respeto siempre Aquí también hemos venido a reflexionar, a pensar y creer, a hacer pensar; simple como la vida misma. Que nadie se enfade, que la guasa no hace daño ¡Comenzamos!

CAPITULO 2 : EL PASO DEL TIEMPO

El hecho de pensar que hace tres años vivimos una pandemia y una cuarentena, con todo lo que ello conllevó, debería de actuar como un darte cuenta de valorar y exprimir al máximo los momentos. ¿O es que nadie se acuerda de los aplausos a las ocho de la tarde, de las videollamadas, de la Semana Santa en casa, de cuando los altares se montaban en la iglesias sustituyendo la estación de penitencia?


De esa Sevilla apagada sin brillar en primavera, sin su manera de disfrutar y sentir su semana, nuestra Semana Santa. O de esa manera de bailar y celebrar en compañía entre sevillanas y flores en el pelo, sin su Feria de Abril, que a la vez, es la nuestra y de todo el que quiera pasarse a vivirla.

Resulta inevitable mirar atrás y recordar a gente que estuvo en nuestra vida y ya no, en viejos amores y viejos amigos. ¿Triste? Tal vez. Pero no duden jamás que todo lo pasado era necesario para estar donde estás hoy, sin ese desvío y sin esa perdida no estarías aquí, y todos absolutamente todos nos hemos sentido perdidos alguna vez, «no te sientas culpable por ello.»

Al igual que todos tenemos días de bajón, días tristes, días en lo que simplemente no te apetece, o en los que dudas y le damos vueltas a todo, y no pasa nada, porque al igual que tenemos días donde estamos al máximo, es normal tener días donde estaremos al mínimo, y esto es parte del proceso y es parte de nuestro día a día, lo importante es saber que estos pasarán.


Y con el tiempo, se crean recuerdos que vamos dejando atrás y marcan nuestra vida, y pasamos por sitios que nos hacen retroceder a un momento concreto, como mirar a esa puerta e imaginarme ese palio de noche entrando, volver a un Miércoles Santo en Nervión.

Lo gratificante de todo esto, es que el tiempo avanza y te permite ver lo que dejaste atrás, y esto siempre es motivo de estar orgullosos de nosotros mismos y… ¿Porqué no? Felicitarnos a nosotros mismos por haber superado los problemas que nos fueron saliendo por el camino y que dejamos atrás. El tiempo también a veces, nos da la espalda: Cuando algo nos sale mal, cuando una puerta se nos cierra y nos frustramos intentando buscar una explicación, quizá el mensaje que nos quiera transmitir Dios no es que la culpa y el fallo esté en nosotros, sino que te esperan cosas mayores, cosas más grandes; y naturalmente, para elegir la puerta correcta antes se nos cerrarán puertas, y hasta nos equivocaremos de puerta, y tomaremos decisiones malas, y no pasa nada por esto.


Equivocarnos, aprender, volver. Simple, como la vida misma. «El error es parte del acierto, es parte del proceso.»

Y, aunque esto quede escrito aquí, luego a la hora de decir verdad, se nos olvida (y a mi el primero) pararnos a pensar y darnos cuenta, que quizá la forma de superar los problemas y los días malos, es tener la certeza y la seguridad de que pasarán y que son pasajeros, y es ahí donde entra la Esperanza. La Esperanza de que los problemas pasarán, de que lo malo no es eterno. «La que buscas cuando abrazas un clavo donde agarrarte para llenarte de vida cuando la vida se parte….» dijo el maestro, don Rafael González Serna.

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