Por Juan Avecilla.

Inicialmente esta entrada se debería titular «Momentos de pérdida», luego fue cuando comprendí que quien siempre estuvo en esos momentos de pérdidas fue el que descansa en la plaza de San Lorenzo.

Ante Ti he llorado, te he ido a ver sintiéndome perdido, triste, agobiado e incluso con la sensación de no saber absolutamente nada de que vendría en un futuro, y tú siempre has estado ahí, esperando y recibiendo a tus hijos con los brazos abiertos y secándome las lágrimas cuando ha sido necesario. Mirándote me acuerdo del pasado, de gente que ya no está con nosotros, me traslada por momentos a cuando era pequeño e iba con mi madre a verte, lo sigo haciendo. Mirándote y atravesando esas puertas creo en la esperanza, creo que hay solución y que todo pasará, que los momentos de perdida tan solo son pasajeros y sólo servirán para aprender, madurar y volvernos a encontrar.

Abrir esa puerta de madera, levantar la cabeza y verte ahí, donde siempre has estado. Me siento en esos bancos donde siempre me he sentado, para mirarte como siempre hice y en esos bancos, donde te he llorado y me he pasado horas mirándote, en esos mismos bancos vuelvo a ti como cuando era pequeño y me llevaba mi madre en carro, y ella fue la que me llevó a ti desde que nací. Me siento en esos bancos y es imposible no pensar en la persona que desde 2020 nos acompaña desde allí arriba, pero que siempre nos sigue acompañando.

Sirva esto de tributo y de agradecimiento, sirva esto para recordarte que desde aquel día esto está un poquito más feo; sin embargo se que desde allí arriba tienes el mejor de los balcones para ver a tu Gran Poder en cada Madrugá, y por eso mirarle también es volver a ti. Te quiero, Mari.