
Por Juan Avecilla.
«Dios es bondadoso en todos sus actos, y justo en todos sus caminos».
En los momentos de dificultades y de bajas es donde más nos aferramos a la esperanza, es la esperanza donde nos agarramos cuando creemos que todo se ha partido, la esperanza de que habrá salida a las dificultades y que nuevos comienzos aguardan. Quizá en algún momento nos cueste creer que la salida es cercana, y en algún momento dudaremos de que lo malo pasará e incluso nos veamos sin ánimos y con sensación de estar perdidos sin ton ni son, y déjame decirte que es absolutamente normal esta sensación de perdida, no te culpes por ello.
Todos hemos pasado por momentos a los que no estábamos preparados, pero si no lo hubiéramos pasado aún seguiríamos sin estarlo, a veces debemos pasar por dificultades para madurar, aprender y adquirir conocimientos que sin esa dificultad no habrías aprendido a superar, a veces necesitamos que eso ocurra para progresar y ponernos en movimiento. Cuando logras algo te estás superando, y la sensación de haberse superado es tan satisfactoria como confortante.
Luego hay cosas que vienen en el momento donde ya estamos saturados y se suma a un cúmulo inoportuno de cosas a la que pensamos que no podremos hacer frente, y se nos complica tanto que habrá días tan oscuros que incluso podremos llegar a pensar que no somos capaces de salir de esta, pero siempre se sale, siempre.
A veces podemos pensar que las cosas podrán con nosotros, pero como si de una levantá se tratase volvemos a levantarnos. No habrá fin ni derrota jamás, puesto que la vida no te permite rendirte (como bien dijo mi amigo Christian).
Es a la esperanza a la busco con la mirada cuando me veo cabizbajo, y ahí está ella, con su montaña de flores repartiendo alegría y esa sonrisa con cierta pena que con tan sólo mirarla y tan sólo con su mirada , ella refleja y transmite la esperanza necesaria para afrontar una y mil dificultades más. En sus ojos está la vida, es a ella la que acudimos cuando no podemos más, y ella como la madre que es siempre nos escucha y nos espera en San Gil. Es así la esperanza de mi vida, aquella que estaba en aquel cuadro de la casa de mis abuelos y que miraba con asombro cuando apenas era un chiquillo, aquella es la misma a lak que ahora busco en mis madrugás, aquella es la misma por la que cruzo el arco por perderme en su mirá.
Y a veces aún así, la situación no se puede cambiar y tocará cambiarnos a nosotros mismos, pero Dios jamás te pondría algo en tu camino a lo que no fueras capaz de superar, y superar una dificultad es superarte a ti mismo, y a la vez es progresar.